La justicia hondureña da sus frutos tras 15 años después del golpe de Estado

A quince años del golpe de Estado que derrocó al presidente José Manuel Zelaya el 28 de junio de 2009, el pueblo hondureño comienza a sentir los primeros ecos de justicia por la muerte de Isy Obed Murillo, el primer mártir de la resistencia.

El pasado domingo 5 de enero, tres exmilitares responsables de la represión ocurrida en esa época fueron capturados: Romeo Vásquez Velásquez, exjefe del Estado Mayor Conjunto; Venancio Cervantes Suazo, exsubjefe de las Fuerzas Armadas; y Carlos Roberto Puerto Fúnez, excomandante del Comando de Operaciones Especiales.

La muerte de Isy Obed, ocurrida el 5 de julio de 2009, ha sido un símbolo de las graves violaciones a los derechos humanos durante la crisis política que sacudió al país. Durante ese conflicto, Murillo perdió la vida a manos de las Fuerzas Armadas en un acto de represión en el aeropuerto de Toncontín, mientras acompañaba a Zelaya en su intento de regreso al país.

La brutalidad de los militares, que dispararon indiscriminadamente contra civiles que ejercían su derecho a manifestarse, después de 15 años fue denunciada por el Ministerio Público, que calificó las acciones de los militares como graves violaciones a los derechos humanos, dejando a los manifestantes a merced de una fuerza militar que actuó con una violencia inhumana y desmedida.

El reciente arresto de los exoficiales marca un avance significativo en la búsqueda de justicia, un clamor que ha perdurado durante más de una década y que sigue vivo en la memoria de las víctimas y sus familias.

En una entrevista radial, a través del programa “La voz Poder Popular” David Murillo, padre de Isy Obed, expresó su esperanza en el trabajo del Ministerio Público y en el liderazgo del Fiscal General, quien, según él, ha renovado las esperanzas de justicia. "Pedimos como padres, a todos los colectivos que apoyemos al Fiscal General. Queremos justicia, miles y millones de hondureños queremos esa justicia", dijo Murillo.

La figura de Isy Obed ha trascendido generaciones. Su madre, doña Silvia, recordó con dolor y cariño a su hijo como un joven amoroso que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

La tragedia de su muerte ha sido un recordatorio del costo humano del golpe de Estado y de la resistencia. "Mi hijo murió defendiendo la democracia", dijo Silvia, mientras evocaba el último encuentro con Isy Obed, horas antes de su muerte, cuando él partió para acompañar al presidente Zelaya en su regreso.

El símbolo de lucha y resistencia de Isy Obed fue reflejado en la creación de la Plaza Isy Obed, un espacio que se erige como un recordatorio del sacrificio de aquel joven. “Este terreno fue enrojecido por la sangre de Isy Obed, y dejó un legado para la esperanza”, señaló David Murillo sobre el significado de la plaza.

El dolor de la familia Murillo sigue siendo profundo, pero también su esperanza por ver justicia, una justicia que no tiene colores políticos, sino que busca la reparación de las víctimas y el reconocimiento de los crímenes cometidos. “No tengo odio contra Romeo Vásquez, pero quiero que asuma su responsabilidad”, destacó David, al mismo tiempo que recordaba la figura de Francisco Morazán, quien también fue víctima de traiciones dentro de las Fuerzas Armadas.

Con la captura de los responsables y el fortalecimiento del proceso judicial, los hondureños, y especialmente la familia de Isy Obed, ven en este avance un paso más hacia la verdad y la justicia. Como expresó el padre de Isy Obed, "la justicia está tocando las puertas, y hoy es la lucha. Pedimos a Dios que ilumine al Fiscal General, al Ministerio Público, y que la justicia se haga".

La familia Murillo, al igual que miles de hondureños, sigue esperando que los responsables del asesinato de su hijo rindan cuentas ante la nación.

Es por ello que la captura de estos altos exoficiales es un triunfo para la memoria histórica de Honduras, para quienes luchan por un país donde la justicia no sea solo un ideal, sino una realidad palpable para todos.

Cortesía: Poder Popular.