Ves gran cantidad de edificios altos y delgados amontonados en estrechos callejones que conectan exuberantes jardines de frutas y verduras con el antiguo zoco (mercado) donde todavía se venden burros.
Vi cerrajeros remendando enormes llaves de metal que abren imponentes puertas de madera; un vendedor que ofrece tunas con una carreta, y el panadero local que saca pan fresco de un ardiente agujero en el suelo.
En una pieza diminuta, un camello caminaba en círculos impulsando una piedra de molino que machacaba semillas de sésamo.
Pero pese a todo aquel estímulo visual, era sin duda la arquitectura lo que dominaba la escena.
Saná está llena de edificios que son diferentes a los que puedes encontrar en cualquier otro lugar del mundo.
En la calle, donde la monotonía de las paredes de adobe solo es interrumpida por grandes puertas de madera, a menudo no había mucho que ver.
Pero al mirar hacia arriba, me di cuenta de que estos esbeltos edificios, algunos con solo una o dos habitaciones por piso, se elevan hacia el cielo.
Mientras que los pisos inferiores, a nivel de calle, no tenían ventanas debido a su uso como refugio de animales o espacios de trabajo, las ventanas ornamentadas más arriba estaban cubiertas por vidrieras o por delicadas pantallas de mashrabiya que protegen la privacidad de las mujeres en el interior.
Los marcos de las ventanas y los frisos entre los pisos estaban marcados con una intrincada cal blanca para contrastar el fondo de color barro, creando un efecto de casa de pan de jengibre.
A nivel de la calle, los edificios a menudo no tienen ventanas debido a que se usan como refugios para animales o espacios de trabajo.
Muchos tenían terrazas en la azotea, que se utilizan como espacios de entretenimiento, así como dormitorios al aire libre para las noches cálidas.
La magnificencia de los edificios, junto con su simple practicidad, da lugar a un inspirador panorama arquitectónico.
CORTESIA PRENSA LIBRE GUATEMALA
Las maravillas arquitectónicas del milenario Manhattan del desierto
